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Vacaciones en Oporto, ciudad del Duero en Portugal

De la ciudad de Porto, es de donde toma el nombre el país cuando en el siglo V nacieron dos ciudades a ambos lados del río Duero: Porto y Cale.

Es una ciudad encantadora donde se mezcla lo moderno y lo viejo, lo colonial y lo autóctono, de la que no podemos perdernos el barrio de la Ribera, donde todavía se percibe el ambiente de principios de siglo con sus casas de madera, sus tabernas, los barcos frente a las bodegas, al otro lado del río, etc…

El edificio más emblemático de la ciudad es la Torre de los Clérigos. La construyó el italiano Nicolas Nasoni en 1755 a expensas del clero de Oporto. En el conjunto sobresale con sus 76 m de altura la torre de la iglesia que es la más alta de Portugal.

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La calle del mismo nombre lleva al centro de la ciudad, concretamente a la Plaza de la Libertad, donde está el Ayuntamiento y en cuyo centro se alza la estatua ecuestre del rey Pedro IV, emperador de Brasil. La oficina de turismo, que facilita buenos mapas de la ciudad, se encuentra al lado del Ayuntamiento.

También aquí está la Estación de Sao Bento, en el antiguo emplazamiento de un convento y cuyas paredes están decoradas con hermosos azulejos. Enfrente de la estación comienza la calle de las Flores, la que para muchos es la más hermosa de la ciudad debido a las fachadas de palacios barrocos que se pueden ver en ella.

Los palacios son otros de los atractivos de la ciudad entre los que destacan los siguientes:
El palacio de la Bolsa, un hermoso edificio del siglo XIX con un vestíbulo morisco adornado, deslumbrante y basado en la Alhambra y una gran escalinata con bellos frescos; el Palacio de la Vieja Aduana; y el Palacio Episcopal que durante muchos años ejerció la función de Ayuntamiento.

De todas las iglesias la más antigua es Cedodeita, románica (sXII), fundada según la leyenda por el rey suevo Teodomiro. Sin embargo, la más esbelta y con mucho, la más rica es la iglesia de San Francisco. Se construyó en el siglo XIV aunque en el s.XVII se reconstruyó el portal adaptándolo al estilo barroco. En el interior hay varias tallas doradas y por todas partes aparecen angelitos, hojas de parra y cenefas que dan a la decoración un aspecto recargado.

Otras iglesias barrocas que merecen la pena visitar son: la Iglesia da Trinda (s.XVIII); la Iglesia de la Misericordia, al lado de la Santa Casa Misericordia que alberga una tabla que representa la Fons Vitae, y que se tiene como una de las obras maestras del arte portugués; la Iglesia de Sao Bento, por su parte, también alberga otra obra maestra del arte portugués, aunque en este caso del arte sacro: una tabla recubierta de panes de oro que ilustran la vida de San Benito; y sobre todo, la iglesia dorada de Santa Clara, que aunque es románica por fuera, su interior es uno de los más ricos del país. El techo del presbiterio está cubierto de querubines y ángeles volando.

La Catedral, por su parte, se alza en un promontorio desde el cual se divisa una amplia vista de la ciudad. A sus pies se extiende un pintoresco barrio de gran atractivo turístico, en el que todavía se pueden ver largos trozos partidos de murallas y callejuelas estrechas y adoquinadas.

En la catedral, a pesar de sus múltiples remodelaciones, todavía se percibe el estilo románico original. La fachada presenta el aspecto de fortaleza, aunque la puerta barroca, así como los campanarios, pináculos y balaustradas le suavizaron el aspecto.

El claustro es gótico (s.XV), construido con muros de granito y decorado con azulejos que representan motivos bíblicos y paganos.

De la catedral destaca la capilla del Santísimo, el altar mayor y las pilas de agua bendita y las bautismales.

En relación a los museos, la ciudad cuenta con varios algunos de ellos muy interesantes como:
El Museo de Etnografía e Historia, una mansión del siglo XIX que alberga documentos sobre las costumbres de la región; el Museo Guerra Junqueiro, en una mansión del s.XVIII donde se exponen objetos donados por los propietarios a la ciudad; el Museo Soares dos Reis, ubicado en el palacio de los Carrancas. En la planta baja hay piezas de cerámica portuguesa y en los primer piso y segundo pinturas, esculturas y artículos de la vida cotidiana.

Los tres puentes de Oporto son una impresionante obra de ingeniería debido a la anchura del río Duero y al desnivel entre éste y la ciudad.

En 1877 se construyó el Puente de Doña María Pía, obra del francés Eiffel. Poco después el Puente Don Luis I, obra de un discípulo de Eiffel, puente que hasta 1963 ha sido el único lugar por donde podían circular los coches entre ambas orillas. En ese año se inauguró el puente da Arrábida que cuenta con el arco de hormigón mayor del mundo.

El barrio donde se asientan las grandes bodegas de Porto es Vila Nova de Gaia. El número de bodegas ronda las 80 y casi todas tienen nombres ingleses. Se recomienda visitar alguna para probar los vinos que son famosos en todo el mundo.

En los alrededores del Duero se encuentra el Convento de Corpus Christi y el de Nossa Senhora de Serra do Pilar donde desde su explanada se pueden divisar unas excelentes vistas de la ciudad y el río.

De los alrededores de la ciudad cabe destacar: el Palacio do Freixedo, construido en estilo barroco y que para muchos el más bonito de Porto; y el Monasterio de Leça do Balio, con una alta torre adosada a la iglesia que dota al conjunto de un aspecto de fortaleza.